Bienvenidos a Galicia

Hay noticias que produce especial satisfacción leerlas. Como la que publicaron los medios hace unos días sobre el gasto de los turistas extranjeros que aumentó un 14,8 por cien durante el primer semestre en España. En Galicia también se disparó hasta el 75 por cien sobre el mismo periodo del año pasado y los turistas dejaron 478 millones de euros en la comunidad.
Galicia va camino de alcanzar el record de turistas y la explicación está en que este país nuestro cautiva a visitantes de todas las procedencias que pasean calmosamente por sus ciudades y por sus villas, recorren sus paisajes de ensueño y disfrutan de la esplendorosa gastronomía.
Como valor añadido encuentran aquí a gente sensata y cordial, que los recibe con los brazos abiertos, y atenciones y servicios competitivos en calidad y precio que ofertan unos empresarios dinámicos, sabedores de la contribución del turismo al Producto Interior Bruto y a la generación de empleo.
Por eso en esta tierra atractiva y acogedora no tiene cabida la turismofobia y cambia “turism go home”, la pintada que apareció en Cataluña, Baleares y Valencia como expresión de rechazo al turista, por este otro cartel “turist, thanks for coming to Galicia. Happy stay!” que colocaron los propietarios de un establecimiento en la calle más comercial de A Coruña y les da la bienvenida en la “ciudad en la que nadie es forastero”.
Pero hay que evitar “morir de éxito” para que esta fuente económica siga manando riqueza y empleo. En esta tarea hay dos actores necesarios: los empresarios, que deben mantener y mejorar la calidad de la oferta y, en paralelo, el gobierno gallego ha de impulsar el sector y regularlo para prevenir los excesos y desmadres, consentidos hasta ahora en otras zonas de España, y hacerlo sostenible.
Una segunda reflexión para recordar la necesidad de diversificar el patrón de crecimiento de Galicia. Fiar el dinamismo de la economía solo a la afluencia turística entraña riesgos porque esta depende de muchos factores y es volátil. Entre ellos está la escalada terrorista con atentados como los de Cataluña de los que nadie, tampoco Galicia, está a salvo y golpean al turismo con más fuerza que las pintadas de los cachorros de la CUP.
Pero mientras sigamos dependiendo del turismo, la sensatez galaica sabe soportar las incomodidades de unos visitantes que aportan recursos que benefician a todos. Los gallegos no solemos morder la mano de quien nos da de comer. Bienvenidos a Galicia.

Bienvenidos a Galicia

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