COMPROMISO

Anuestra ciudad le pasa como a Yungo, aquel entrañable personaje de Ana María Matute que había perdido su voz pues alguien se la robara al tercer día de nacer. Pese a todo, sin ser mudo, oía y comprendía todo… Por eso, incluida el habla dicharachera, optimismo a espuertas y alegría de vivir, estamos cambiando al asumir carácter introvertido, tosco en ocasiones y desabrido, poco acorde con la ciudad confiada de la década de los sesenta del pasado siglo. Entonces La Coruña pisaba fuerte, era capital de Galicia y locomotora financiera-económica y generadora de riqueza de Breogán.

Tiemblan nuestras carnes como flanes por la tradicional temporada de “bel canto” y el futuro de nuestra Sinfónica

 

Más tarde, ignorando el cómo pero sí las aviesas intenciones, alguien –como en el cuento de la escritora catalana–nos robó la voz que seguro andará algún lugar, esperándonos. Envidias de un galleguismo de gaita y campanario que socavó la tierra que pisábamos y alentó el éxodo de instituciones que nos dieran lustre y poder. Sobre el papel pautado resta la sinfonía incompleta de una metrópoli soñada: grandes empresas financieras y eléctricas, masa industrial, saneado comercio, puerto, ferrocarril, audiencia territorial, fábricas y la gracia de saber vivir… Hoy, por contra, se cierne agria filosofía. Preocupación. Estrés. Pese a ello hay voces de otrora que nos alientan la esperanza: Pardo Bazán, Curros Enríquez, Wenceslao Fernández Flórez, Cunqueiro, Cela… ¿Qué somos? ¿A dónde vamos? ¿Será posible recuperar nuestra voz?

A ello tenemos que comprometernos desde la cultura inicial hoy seriamente amenazada, sin descuidar por supuesto otros horizontes singulares en el momento de apretarse el cinturón. Ahí ya están prácticamente borradas las corridas de toros y el Festival Mozart también ha suprimido una ópera de su ciclo. Tiemblan nuestras carnes como flanes por la tradicional temporada de “bel canto” y el futuro de nuestra maravillosa Orquesta Sinfónica de Galicia.

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