EL DEBATE DE HOY

Si sus señorías se reúnen esta mañana en las Cortes para decirnos cómo está el país, pueden ahorrarse el debate. El diagnóstico del “estado de la nación” lo tienen en los sondeos mensuales que recogen la opinión y el estado de ánimo de los españoles, en las manifestaciones de fin de semana, en los comentarios en las redes sociales, en las cartas al director de los periódicos, en las intervenciones en programas radiofónicos y, si salen a las rúas, en los parlamentos a pie de calle y en las cafeterías

De todo ello se concluye que el país está inmerso en una de las crisis más espantosas desde la guerra, que inicialmente era solo económica, pero devino en crisis política; en crisis social, con la calle en ebullición; en crisis institucional que afecta a muchas instituciones del Estado; en la crisis constitucional que plantea el desafío independentista de Cataluña; y en una crisis ética y de valores, con casos de corrupción protagonizados por políticos de todos los partidos. En resumen, que la crisis económica inicial fue mutando, hizo metástasis en el cuerpo social y tiene al país enfermo, con la mayoría ciudadana al límite de la resistencia económica y moral.

Este es el “estado de la nación”. Hoy, día del debate, la gente está angustiada de manera especial por dos problemas que, además, pueden hundir a todo el sistema. El primero es el paro, con millones de personas expulsadas del mercado laboral y de jóvenes que no tienen oportunidad de trabajar. El segundo gran problema que, además de indignarnos, nos avergüenza, es la corrupción política y empresarial que alcanza tales proporciones que el país semeja ser una inmensa cloaca.

De esto –y de otros problemas– deberían ocuparse sus señorías, pero no para zurrarse en un combate dialéctico bronco entre los líderes de los dos partidos mayoritarios –o de todos contra el Gobierno–, sino para aplicar el “tratamiento” de los acuerdos políticos que se han de traducir en medidas de reactivación de la economía para generar empleo y en medidas para erradicar todos los comportamientos indecentes.

El debate de hoy va a dar la medida de cuál es el grado de compromiso de “nuestros representantes” con los parados y cuál es su nivel de repugnancia hacia la corrupción. Si lo cierran sin aprobar las cinco o seis medidas necesarias para enfrentarse al menos a estos dos problemas, habrán perdido el tiempo con discursos evanescentes.

EL DEBATE DE HOY

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