El lenguaje de las sentencias

Estos días y en los corrillos populares y en la calle, no hay otro tema preferente como el de la sentencia del “Prestige”, ese buque petrolero que se hundió frente a las costas gallegas, causando daños medioambientales que ahora resulta no se pueden cuantificar. Aún nos vienen a la memoria aquellos panfletos que se distribuían con los rostros de los entonces ministros Cascos y Rajoy, del presidente de la Xunta, Fraga, y del también ministro Piqué, con el texto de “el casco se rajó y la fragata se fue a pique”.
Pero mi comentario sobre la sentencia no se refiere al fondo, sino a la forma, Es decir, a la gramática, al lenguaje que se utiliza en ella, y que me parece perfecto por su llaneza, su claridad y su correcta terminología, entendible por el menos letrado; lo que, por otra parte, es una prueba de que el magistrado ponente y presidente del tribunal que dictó el fallo, además del lenguaje vernáculo que utilizó, no se impone una prosa determinada en sus resoluciones, que otros colegas utilizan en cambio con brillantes circunvalaciones, a veces ininteligibles, y que no reflejan el espíritu del pueblo mismo puesto delante de una situación semejante.
El juez Pía nos ha librado de la monotonía e inclinaciones a la sabiduría axiomática, y se advierte en la prosa de su sentencia el espíritu popular, el sentimiento que refleja gramaticalmente eso que se llama “la opinión pública”, frente a lo que nos tiene acostumbrados la pedantería de los jueces. Si los abogados son libres en la expresión de sus juicios o en el testimonio de sus acusaciones, a un juez no se le debe acorralar en el lenguaje o en las ideas para que utilice unas expresiones rigoristas insensibles a lo popular.
Otra cosa es el problema que con la sentencia se resolvió en primera instancia, y que, de lo leído y oído, parece que no dejó contento ni al Gobierno central, ni al autonómico gallego, ni a otros particulares, ni a “Nunca Máis”, que se proponen recurrirla, para conseguir de esta forma el resarcimiento de unos daños causados por un barco-chatarra a una fauna y flora de riqueza excepcional.

El lenguaje de las sentencias

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