BLOOM

¿Adónde quieres ir? Le interrogaba a Bloom, agachando la cabeza. Él estaba parado agarrado con sus cuatro patas a la acera y solo me miraba. A ver lo que quiere hacer, me dije, y le aflojé la correa.
Al final no quería alejarse del jardín de siempre, su césped, sus olores, para nosotros un lenguaje indescifrable. No sabe que ese paraíso de sustancias y de estímulos pronto le va a estar prohibido, va a ser expulsado y él no sabe el pecado que cometió.
Puede que a partir de ese momento algún iluminado can escriba el Génesis perruno, escriba literatura y filosofía para perros, para recordar su felicidad eterna. Entonces, empezarán a preguntarse quién fue el cristo perruno y qué dios perruno los ha echado del paraíso por excitarse con olores e ir desnudos.
Pero eso lo hablarán o escribirán entre los canes e irán al psicólogo de perros y harán guerra entre ellos. Y pasarán miles de años y los perrunos no sabrán a dónde van y se preguntarán ¿para qué habremos recorrido tanto camino? Entonces, como si me leyese los pensamientos, se dirigió a casa, después, claro, de hacer sus cosas.

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