ANÁLISIS

Encontré a mi admirado amigo Petapouco acodado sobare la barra de una céntrica cafetería. Bebía espumoso cava y colgaba de sus labios resecos inefable sonrisa. Diría que había tirado por la borda achaques de la edad: tipo más esbelto, espalda recta, piel firme y estirada, pelo abundante. Sus ojos centelleaban y su voz semejaba más clara.
Como siempre, tras los abrazos de rigor y buenos deseos, se lió a hablar sin darme chance. Pienso muchas veces si aguarda oportunidad de encontrarme para barbotar ríos de palabras. Suelo ser buen dialogante dado que tengo paciencia infinita para escuchar. Quizá la gente persigue hablar con tipos tímidos como yo que oyen sin pestañear vicisitudes ajenas y únicamente interrumpen con frases breves de comprensión y aliento.
Celebro el maldito trece que se va en buena hora –peroró-. Fue paradójico superviviente del estado de bienestar, las utopías doradas, atar los perros con longanizas. Donde todo el monte sin esfuerzo era orégano; nuestros dirigentes honestos y eficaces; las familias estaban unidas y todos nos respetábamos y caminábamos en la misma dirección hacia el nirvana…
Pero, desgraciadamente, nos equivocamos reiterando errores pasados. En estos doce meses transcurridos ni siquiera hemos sacado conclusiones a la delirante era ZP, cuando desconocíamos la crisis económica porque jugábamos la champions league, bajábamos los pantalones ante los asesinos etarras y nos rendíamos sin condiciones o, para mayor sarcasmo, bajo cuerda y con anuencia pactada entregábamos Cataluña a los separatistas. Los cuatro trimestres –salvo el rescate económico a costa de millones de sacrificios y paro galopante- son horribles. Igual a un individuo que ignora que días vive y el tiempo que hace, ni tiene idea de cuanto ocurre. No lee un periódico…Déjame por ello, colega, darle una patada en el culo a este nefasto 2013….

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