Lino Lago en Moretart

Precedido de reconocimiento y fama internacional, Lino Lago (Redondela, 1973) llega de nuevo a la galería Moretart, con la muestra FAKE ABSTRACT (Falso abstracto), en la que avanza en la línea iniciada en su muestra de 2018: “Teoría falsa sobre la belleza”, donde ya indagaba sobre los diferentes modos de ver y ponía en cuestión la oposición entre arte figurativo y arte abstracto. Forma ya parte de su discurso estético el acudir a obras de maestros clásicos para desacralizar su bien hacer y demostrar que el oficio (al que él domina, por supuesto) no lo es todo en la creación artística y que es posible, como hace él, hacer copias perfectas de las grandes obras, que, por serlo, no podrán ser valoradas como el original, aunque las reproduzcan exactamente. En cuanto a los elementos que definen la abstracción, en especial la que deriva del constructivismo y el neoplasticismo: planos de color uniforme, líneas, trazos... y que él utiliza en todos estos cuadros parecen no bastar por sí solos para despertar emociones, es preciso abrirles rendijas para que sirvan de medio de descubrimiento y poder fisgonear y ver de otro modo lo que creíamos conocido. Entonces la mirada se encuentra sorprendida y recibe una revelación. Sirviéndose de ondulantes caligrafías en forma de volutas o de arabescos, a modo de aberturas o brechas que perforan capas de pan de oro o van sobre lisos planos de color azul, amarillo, rojo , nos ofrece visiones parciales de rostros femeninos, recogidos de cuadros de pintores del canon más opuesto a la abstracción, como son François. Boucher y Alexander Roslin; del estilo rococó; el barroco, Rotari; el academicista, Bouguereau; el neoclásico, Franz Xaver Winterhaller; y el famoso Ingres, cuya obra oscila entre el neoclasicismo y el romanticismo. Pero, curiosamente, todas las diferencias de estilo y de maniera, que serían visibles en la obra completa, desaparecen aquí y lo que vemos o adivinamos, subrepticiamente solapado bajo las superficies vacías, son rostros hermosos y angelicales que asoman fragmentariamente, tras esos huecos y que casi podrían ser el mismo rostro. La personalidad de las pintadas en estos retratos, ya sea la Madame Pompadour de Boucher, o la esposa de Roslin ,o las Duvaucey, Caroline Riviere y Madame Leblanc de Ingres, desaparece y lo que vemos es un dulce rostro que, a su vez, nos mira desde ese lienzo rasgado y nos invita a la indagación. El planteamiento abstracto de los planos de color cruzados por caligrafías, igualmente abstractas, es sólo un pretexto para incitarnos a ir más allá de los esquemas establecidos o de las convenciones sobre la realidad que levanta la mente ordinaria. Y el arte es, o debe ser, un buen ejercicio para aprender a ver sin prejuicios. Pensamos que esa es la propuesta de Lino Lago y –como ya dijimos con motivo de su muestra anterior- la belleza–, esa esquiva señora, no es clásica, ni romántica, ni impresionista o expresionista, ni (añadimos) no es abstracta o figurativa, sino un milagro del espíritu que sopla donde quiere.

Lino Lago en Moretart

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