La administración Trump lo tiene muy claro. No hay nada mejor para sus intereses más espurios que culpar a los malvados chinos de la creación del virus que tiene atemorizado a todo el planeta y, por supuesto, cada vez que pueden, insisten en esta peculiar teoría de la conspiración. Lo curioso es que todos los informes científicos apuntan a que la transmisión se produjo de animal a hombre, descartando la vía de la creación artificial. Hasta la CIA, tan amiga de buscarse enemigos, coincide con este planteamiento. Pero ya sabemos que a Trump y los suyos la verdad tampoco es que les vaya a hacer cambiar de opinión así que siguen con su peculiar teoría. El último en apuntarse al carro fue el secretario de Estado, Mike Pompeo.