Solo camareros

En las cumbres de jefes de Estado no suelen resolverse muchas cosas y menos aún en asuntos tan peliagudos como la seguridad nuclear del planeta. Sin embargo, algo ha quedado meridianemente claro en la cumbre nuclear de La Haya: las mujeres camareras no son bienvenidas.
Así lo decidió la organización del encuentro, con el consentimiento del gobierno anfitrión. Diversas posibilidades se barajaron para organizar el almuerzo que se ofrecería a los 53 jefes de Estado presentes en la cita. La opción final fue la de contratar sólo a camareros varones. La verdad es que resulta difícil saber qué es peor, si la decisión sexista de prohibir la presencia de mujeres o la explicación del responsable de la empresa de catering, el señor Hans Van der Linde: “Si sirven 20 hombres y tres rubias platino, la foto se echa a perder”. A este señor, desde luego, hay que darle un premio.
Para intentar dar una explicación a la polémica provocada en los medios de comunicación, los organizadores argumentaron que el objetivo era que los jefes de Estado no se distrajeran. ¿Nadie pensó que tal vez Angela Merkel pudiese distraerse con la visión de algunos de esos atractivos jovencitos? Es verdad que entre los altos mandatarios ellas no llegaban ni a la decena (lo normal, vamos), pero de ahí a pensar que las señoras no pueden extraviar la mirada hay más que un trecho. No, a las mandatarias les está vedado sucumbir a la distracción del sexo opuesto. Ese, claro, es un privilegio masculino. Y para ir un poco más lejos, ¿al intrépido señor Van der Linde no se le ocurrió pensar que tal vez entre los 53 pudiese haber algún homosexual? Si lo hubo habrá estado en la nubes durante toda la comida.
Hay que ser justos. Van der Linde no tiene toda la culpa. De hecho se apresuró a decir que, inicialmente, se había pensado en mujeres camareras con vestido corto, pero que el Ministerio de Exteriores holandés se había negado en redondo. El responsable de protocolo, a su vez, buscó otro culpable: los jefes de Estado árabes que habrían presionado para no ser atendidos por las rubias holandesas. Supongo que prefieren contar con ellas para otros menesteres.
Si estos 53 líderes mundiales preocupados por la carrera nuclear iraní, la amenaza paquistaní y la contención armamentística se distraen por unas piernas de unas señoritas vamos apañados. En ese caso mejor cortar por lo sano y servir un bufé o un autoservicio a la americana. 
(*) Carla Reyes Uschinsky es presidenta de
 Executivas de Galicia

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