La necesaria reconversión

EL novel especulador inmobiliario Ramón Espinar haría bien en volver a los asuntos del ladrillo, que, al final, le dejan un pastón y puede andar de mariscada, aunque sea barateira, por la Galiza ceive, porque en la política y en las redes sociales le caen continuamente las del pulpo –que, por cierto, podría incorporarlo a su menú enxebre, aunque solo sea por solidaridad–. El pobre aún estaba caliente por la recomendación de Rajoy de que dejase la Coca-Cola y se pasase a la tila, cuando vio la oportunidad de hacer la pelota a Pablo, antes Pablo Manuel, “Viva la Gente” Iglesias y quiso aprovecharla. Rajoy se confundió en la votación de los Presupuestos y él lanzó un tuit que quería ser de escarnio y maldizer: “Se ha debido pasar con la tila”. El pepero de guardia en las redes sociales anduvo listo y le contestó de inmediato: “Pablo Iglesias se confundió ¡¡¡dos veces!!! ¿Demasiado huevo?”. Espinar, por una vez fue prudente, y no contestó. A lo mejor hasta se zampó una lata de mejillones de escabeche para consolarse.

La necesaria reconversión

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