La vice Calvo supera lo insuperable

A Carmen Calvo, aquella intrépida socialista a la que ZP llegó a confiar el Ministerio de Cultura, la recuperó Pedro “La sonrisa” Sánchez para la primera línea política, pues vivía un retiro espiritual
en Andalucía. Y sigue en plena forma. De sus tiempos zapateriles se recuerdan frases memorables: “No renuncio a mis vaqueros ni a nada. Cuando deje de ser ministra seguiré siendo yo, que es mi verdadero cargo” o “Me gusta madrugar para poder pasar más rato en el baño: allí leo el periódico, oigo la radio, oigo música y hablo por teléfono con alcaldes en bragas”. Ahora, autoproclamada ariete del feminismo, sigue dando lustre a su antología desde el puesto de vicepresidenta y ha sentenciado: “Las mujeres tienen que ser creídas sí o sí”. Sentencia que se ha quedado en nada en comparación con su idea de lo público y lo privado. “Yo también trabajo en el ámbito privado, soy funcionaria pública”, ha asegurado sin ruborizarse. Eso se llama superarse a sí misma.

La vice Calvo supera lo insuperable

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