Somos vulnerables

pulsando unas teclas de ordenador o abriendo aplicaciones del móvil, el mundo está a nuestros pies. Podemos viajar virtualmente a cualquier país, hacer operaciones económicas, comunicarnos con parientes o amigos; sabemos al instante lo que ocurre en cualquier rincón del universo, tenemos medios para enfrentarnos a enfermedades complejas… Nunca antes dispusimos de tantos conocimientos, estuvimos tan interconectados, y tuvimos tanto poder gracias a los avances científicos y tecnológicos. 
Pero teniéndolo todo, somos igual de vulnerables que nuestros antepasados. El virus chino, un “bichito” de origen desconocido con alta capacidad de contagio, lo pone todo patas arriba. Rompe el paradigma de seguridad confortable en el que vivimos, genera en todos una gigantesca ola de temor e inquietud porque amenaza el don más preciado que tenemos, la salud, y nos obliga a cambiar radicalmente los hábitos sociales. 
El coronavirus va a dejar, entre otras, tres secuelas que son otras tantas lecciones de las que todos, el gobierno, la oposición y los ciudadanos deberíamos extraer conclusiones.  
La primera es sanitaria. En su recorrido contagioso es transversal, no distingue entre población civil y políticos, sean progresistas o conservadores, de la extrema derecha o de la extrema izquierda. Varios representantes de esas fuerzas políticas están en cuarentena -algunos fueron en busca del virus de forma irresponsable-, son vulnerables como los demás mortales. Pero todos saldremos adelante por la fuerza de las instituciones, la profesionalidad de los sanitarios y el comportamiento sereno y responsable de los ciudadanos. 
La segunda afecta a la economía. La pandemia paraliza la actividad económica, asesta un golpe mortal, inmisericorde, a todos los sectores de actividad y las consecuencias serán espantosas. Para empezar, hace saltar por los aires el programa económico-social del gobierno de coalición formado para “derogar y repartir” alegremente los escasos recursos económicos que había en las arcas del Estado
La tercera secuela es política. No es el momento de disparar al presidente Sánchez, pero sí de exigirle que coja los mandos de la nave España y gestione “su crisis” -eso pedía él a Rajoy en situaciones difíciles- a la que llega tarde, superado por la realidad y parece que con poca comprensión de sus socios de gobierno y de los nacionalistas que le apoyan. 
Dicho esto, si el contagio sanitario y económico que tienen a todo el país paralizado -y lo que nos espera después- son transversales, ¿será capaz el Gobierno de coalición en solitario de sacarnos de esta crisis? ¿Debe buscar la colaboración “transversal” de la oposición constitucionalista? El miércoles más.

Somos vulnerables

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