Mensajes irresponsables

Uno de los objetivos de los terroristas, de todos los terroristas, es matar. Pero no es el único y, en demasiadas ocasiones, algunos se convierten queriendo o no, en colaboradores útiles de los asesinos. Tan importante para ellos es acabar con la vida de inocentes como crear psicosis de miedo entre los ciudadanos. Lamentablente lo consiguen. 
Tememos por nosotros mismos y, por supuesto, por nuestros hijos y familiares que viven en zonas calientes afectadas especialmente por la barbarie. No estoy hablando de la Conchinchina no, de Madrid, Londres, Bruselas o Paris por poner algunos ejemplos. Son muchas las personas que se trasladan a estos lugares por trabajo o por estudios y cada vez que un atentado abre los informativos, miles de familias sufren la angustia de pensar que sus seres queridos hayan podido verse afectados por las acciones terroristas. 
Ese miedo frio y paralizante solo desaparece con una llamada, una fe de vida que, desgraciadamente a veces no se produce nunca y otras se hace esperar tanto que llega a desesperar. De alguna manera todos participamos de ese miedo y ahí los terroristas se sienten fuertes, cuanto más expandido está el miedo mayor es su éxito. 
Estos días, a la negra y alargada sombra de lo ocurrido en Manchester y Londres, están proliferando en las redes y también en los whats, diversos mensajes que anuncian informaciones confidenciales según las cuales se eleva el nivel de alerta en ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia y otras urbes españolas. 
El miedo se extiende cada vez que alguien, calculo que, con buena intención, te hace llegar el mensaje. El último que recibí me sugirió escribir este artículo. Decía: “Un amigo policía de los GEO, me acaba de informar de que se ha elevado a nivel cinco el nivel de alerta. Atentado inminente en Barcelona, Madrid, Alicante y Valencia, cerca de la Estación del Norte. Tened cuidado…” Y con este mensaje se siembra también el pánico que pretenden los asesinos. El mensaje, naturalmente, no tiene padre, ni mucho menos presunción de veracidad alguna, pero corre por las redes de forma imparable. 
Va pasando de móvil a móvil a la velocidad de la luz dejando una estela de miedo entre los receptores que, a su vez, se apresuran a reenviarlo a sus amigos y familiares. De este modo le estamos haciendo el trabajo a los terroristas, Sin quererlo, estamos colaborando con ellos en su obra de destrucción de nuestra sociedad. El sentido común debía de adornarnos con el don de la prudencia y parar en seco ese “pásalo “que nos sugieren los remitentes. Creo firmemente que, si hubiera un aviso que hacernos llegar, sería el Ministerio del Interior o la Presidencia de Gobierno el que nos remitiera el mensaje y a través de los medios de comunicación. Una información con nombres y apellidos y con todas las garantías institucionales. Lo demás es difundir chismes, que diría Rajoy, expandir el miedo sin fundamento. 
Por eso quiero hacer esta reflexión con vosotros, porque en nuestras manos, nunca mejor dicho, está parar esa cadena de cooperación con los que buscan atemorizarnos. No se puede vivir con miedo, no podemos ni debemos cambiar nuestra forma de vida porque así lo quieren los terroristas. 
Más allá de las medidas razonables, sobre todo a la hora de no asumir riesgos absurdos, pero vamos, que este consejo es el normal que cualquier padre o madre han dado a sus hijos a lo largo de su vida. Y ya que estoy de “protestas”, otra dirigida a los que publican soluciones mágicas a problemas de salud en Facebook: están haciendo daño.

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