La ilusión más ilusoria

LLUÍS Corominas no es un vasco con ocho apellidos vascos, sino un catalán con al menos nombre y un apellido catalán. Además, preside el grupo parlamentario de Junts pel Sí y es un tipo optimista; después de que el portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, asegurase que el referéndum del 1-O es “un referéndum sin”, porque no tiene convocatoria, ni censo, ni urnas, ni papeletas, ni apoyo internacional y ahora tampoco calendario, al haberse aplazado la calificación por parte de la Mesa de la Cámara, Corominas se apresuró a negarlo todo y a esbozar el sueño del paraíso. El 1 de octubre en Cataluña “habrá convocatoria, habrá censo, habrá papeletas, habrá urnas, habrá calendario y, sí, habrá referéndum”, afirmó. Si además hay votos y son en el sentido que desean los secesionistas, sería la bomba. Pero por el camino que va la cosa da la impresión de que no va a suceder nada de eso. Si hasta el republicano Gabriel Rufián está preparando el terreno para cruzar el Ebro y ponerse de esta parte del río e invocar su condición de hijo y nieto de andaluces, es decir, su pureza de sangre.

La ilusión más ilusoria

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