Rivera, mala señal

¿Dónde está Albert Rivera? ¿Por qué está dejando que Inés Arrimadas se trague en solitario las comparecencias para intentar explicar la crisis más grave que afronta Ciudadanos desde su fundación? ¿Quién le mal aconseja empujándole a no dar la cara en un momento como este? Mala señal. Cuando un dirigente se esconde cuando la cosas vienen mal dadas ofrece una prueba de falta de liderazgo o, peor aún, la evidencia de que un exceso de “hybris” le está aislando de la realidad.

Le ocurrió a Pablo Iglesias, desparecido en la Noche Triste de Podemos, cuando el 28 de abril su partido perdió más de un millón de votos y 31 diputados. Hubo que esperar para que diera la cara y saliera a los medios. Por contraste con la sobre exposición mediática a la que tanto Iglesias como Rivera nos tenían acostumbrados sus silencios fueron  la prueba de una llamativa falta de madurez política.

A Rivera le falló la estrategia concebida para superar al PP en las elecciones que le llevó a embarcarse en la promoción de un cordón sanitario contra el PSOE que nadie le reclamaba y todavía está bajo los efectos del gatillazo. En 2016 llegó a pactar con el PSOE 200 medidas para apoyar la investidura de Pedro Sánchez. Tres años después se niega incluso a aceptar la invitación de Sánchez para mantener una reunión en La Moncloa. No hay memoria de un feo institucional de tamaña naturaleza. Le guste o no al diputado Rivera, Pedro Sánchez es presidente en funciones del Gobierno de España. El líder de un partido constitucional no puede comportarse del mismo modo que los dirigentes separatistas de ERC.

Sobre la cuestión de fondo todavía resulta más difícil entender la negativa de Rivera a negociar un pacto con el PSOE. A cambio, lógicamente, de contrapartidas. Apoyar en Navarra un gobierno de los partidos constitucionalistas y negociar vicepresidencias en Valladolid y Zaragoza; evitar depender de los separatistas que no ocultan que están por el indulto a los políticos presos o negociar unas medidas fiscales y sociales que no pongan en peligro la recuperación de la economía. De un pacto de esta naturaleza serían partidarios los eurodiputados Luis Garicano y Javier Nart y Francisco Igea, “barón” en Castilla y León. Dicho pacto habría evitado la salida de Toni Roldán y de Juan Vázquez. Es la segunda vez en la que Rivera se deja engañar por el espejismo de las encuestas. Alguien debería decirle que hoy por hoy el líder de la oposición se llama Pablo Casado.

Rivera, mala señal

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