Feijóo de perfil

El cartel sobre  fondo negro  su foto y se completa con esta frase: Feijoo, 2020. No se ve a la gaviota ni las siglas del partido que, imagino, paga la cartelería, el alquiler de locales durante la campaña, etc., como los de cualquier candidato. Tengo que preguntarle a la vecina si le parece bien o mal esa actitud del candidato popular y ya les cuento que un habitual al gimnasio respondió a mi pregunta con un montón de palabras que no se pueden reproducir aquí por si en sus casas hay niños. Y así lleva veinte años.

Feijóo es un superviviente: el que apareció con una manguerita de jardín apagando un incendio del que, culpabilizó a sus adversarios políticos, que el  reverenciaba a Fraga y jaleaba a  Rajoy a los que por cierto, en sus pueblos no les quieren mucho.

Es curioso que Rajoy, denunciado por saltarse el confinamiento; visitante en los juzgados para hablar de corrupción en Génova,  tenga solvencia moral para criticar a nadie. Sigamos: Feijoo  es del PP desde la época de Aznar y ha tenido cargos relevantes en la administración central. Pues nada, que pasaba por allí.

Repasen conmigo  si alguna vez partidos o candidatos ocultaban sus señas de identidad para transitar por la política y  por la calle. 
Un servidor recuerda un caso en León: antes de su legalización el PCE usaba como tapadera “el  Club Cultural de Amigos de la Naturaleza”. Todos lo sabíamos, y también la policía.  Pero eso era con Franco. A longa noite de pedra. Cuarenta años de dictadura, democracia orgánica y el sindicato vertical.  Hoy afortunadamente eso no es necesario, por lo que asombra ver a nuestro personaje por un lado  paseándose con destacados miembros del PP y por otro escondiendo –sin éxito, claro– su militancia.   Pero esa actitud camaleónica no fue obstáculo en su carrera política y lleva ya veinte años de perfil. 

Es un superviviente. Y a su alrededor aparecían investigaciones cercanas a gentes próximas y del partido. Por ejemplo  un contrato del Ayuntamiento coruñés con la empresa de Eulén (2,3 millones) siendo apoderada de la firma contratada su hermana o cuando  el  Tribunal Superior de Justicia  de Galicia tumbó un contrato millonario, que se prorrogaba automáticamente en todas las concesiones aprobadas en 2010,  con el entonces magnate del transporte en Galicia. Todo esto es parte de la historia.  ¿Y si fue recompensado por las urnas, para que cambiar?  

Feijóo de perfil

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