Síndrome postvacacional

Falta de apetito, dolores musculares, cansancio e irritabilidad. Estos son los principales síntomas del llamado síndrome posvacacional, muy de moda estos días, aunque los expertos todavía no se han puesto de acuerdo sobre si existe o es una entelequia tan poco creíble como ver un pizzero con su moto detenido ante un semáforo en rojo.
Lo cierto es que esos síntomas son los comodines que llevan siempre los prospectos de las medicinas, nada que mate, pero que se pueden achacar lo mismo a una gripe que a una alergia o a un jamacuco sentimental.
Los que defienden su existencia dicen que afecta a seis de cada diez trabajadores, aunque la mayoría lo supera sin mayores traumas que fantasear con una tarde libre mientras imagina la oficina en llamas a medida que se va acercando al lugar de trabajo.
Los que creen que obedece a la manía de medicalizar cualquier detalle de la vida diaria aseguran que se trata solo de una cuestión de ciclos y que es normal que nos afecte el cambio del verano por el otoño.
Terminado un agosto en el que resulta casi imposible trabajar, ya que los pocos que tienen trabajo y que no pueden irse en agosto se encuentran con muchas verjas, sobre todo administrativas, cerradas, a más de uno le da la flojera al tener que arrancar la hoja en el calendario.
Un bajón comprensible al pensar en cambiar las cañas del chiringuito de turno por el café de la máquina. Más teniendo en cuenta que este año el verano, muy simpático, ha decidido hacer su aparición triunfal, cuando no toca, en pleno septiembre. Al final, con el sol en Galicia va a pasar como con el marisco, que tiene su mejor momento solo en los meses que llevan una r.
Para quienes se reconocen como sufridores del síndrome posvacacional, los psicólogos recomiendan olvidarse de la familia del jefe o la jefa y aplicar fórmulas tan innovadoras como tomarse las cosas con calma, recordar los buenos momentos y plantearse el regreso como una oportunidad para abordar nuevos proyectos.
Probablemente, en un país donde tratan de sobrevivir casi cinco millones de parados resulta demasiado frívolo hablar del síndrome posvacacional. Aunque todavía queda alguno que cree que estar en el paro es como estar de vacaciones, lo que realmente deprime es no tener un trabajo al que volver.

Síndrome postvacacional

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