Trabajo decente

El trabajo está lejos de ser un derecho que garantice la dignidad de la persona, mientras aumenta el número de trabajadores pobres. Se trata de una referencia fundamental para poder visibilizar la realidad de exclusión que sufren miles de personas, y que el mercado de trabajo se caracteriza por importantes tasas de desempleo y por la fuerte presencia de empleos no cualificados y temporales. Estos términos quedaron patentes una vez más con motivo de la celebración, el pasado lunes día 7 de octubre de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente desarrollada bajo el lema: “Frente a la indecente precariedad, trabajo decente, como Dios quiere”

Hoy en día disponer de un empleo ya no es sinónimo de integración. El trabajo está lejos de ser un derecho que garantice la dignidad de la persona, Y cada vez más se ponen de relieve los efectos negativos de la precariedad laboral. Un factor que se potencia con el paso del tiempo y que no deja de abandonarnos en esta larga carrera por conseguir frenar la precariedad laboral en los trabajos diarios.

Es necesario que el trabajo garantice la dignidad y la justicia, así como el desarrollo integral de la persona, especialmente de aquellas más descartadas y excluidas. Un compromiso en el que se tienen que involucrar los poderes públicos en la construcción de un sistema económico, social y laboral justo, fraterno y sostenible que sitúe a la persona en el centro. Un trabajo que no puede olvidar el derecho a una conciliación real de la vida familiar y laboral. He vuelto a comprobar la indecente precariedad que sufre el mundo del trabajo a través de las denuncias reiteradas de las organizaciones convocantes de una jornada que debería mover las conciencias de todas aquellas personas implicadas en los temas laborales. Entre todos tenemos que seguir presionando y demandando soluciones reales para conseguir que el Trabajo Decente sea una realidad accesible para todas las personas. 

Trabajo decente

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