El arte de situar los cargos por encima de las ideas

A estas alturas ya nadie da un duro por la persistencia en el tiempo de En Marea. Es más, hasta ya hay quien ha encargado la lápida para lo que no es más que un muerto político. Es posible que el nombre se mantenga, pero parece evidente que los críticos son incapaces de asumir la dura derrota cosechada en esa especie de primarias en dos tiempos y apuesta, demostrando una vez más su gran carácter democrático, por recoger los bártulos e irse a buscar el cargo con otras siglas. Sin embargo, esta actitud solo sirve para debilitar todavía más a la izquierda de la izquierda, nacida bajo el paraguas de los movimientos del 15-M y capitalizada en Galicia no por Podemos, como en el resto del Estado, si no por esas mareas municipalistas que asaltaron el trono de Ferrol, Santiago y A Coruña. Y ahora, la que pasa por ser la segunda fuerza de Galicia se desmorona como el castillo de naipes que es. Sin ideología, con el único objetivo de oponerse a los modos tradicionales de la política y, precisamente, haciendo todo lo contrario, demostrando que para muchos de sus dirigentes, el cargo está muy por encima de las ideas.

El arte de situar los cargos por encima de las ideas

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