TRÍO DE REYES

Apesar de que la tarde del domingo es sagrada y está recomendada para el asueto, a veces, y sólo si la causa lo aconseja categóricamente, mudamos nuestras costumbres por otro tipo de actividades, como la asistencia a conciertos de carácter especial. Es el caso del Festival Mozart: el pianista Jorge Luis Prats, el director Jirí Belohlávek y la OSG. Este trío de reyes se reunió en torno a la “Obertura de Don Giovanni” de Mozart, el “Concierto nº 2” de Rachmáninov y la “Sinfonía Nuevo Mundo” de Dvórak.
Podríamos extraer la conclusión de que estas obras son sobradamente conocidas e incluso manidas, de tantas oportunidades que hemos tenido para oírlas, pero la música sólo ha sido creada para ser escuchada, surgiendo así variación de versiones sobre un mismo texto, y es aquí donde nace el sentido diferenciador de la música con respecto a las demás artes. La reprogramación es plausible y necesaria, pues ayuda a educar en conocimiento.
Buenas formas apuntó el director en Mozart, pues no siendo pieza sencilla, requiere dosis de pura esencia mozartiana que Belohlávek acertó a resaltar. Acto seguido, Jorge Luis Prats nos abrumó con su técnica, control y precisión en los aspectos que Rachmáninov requiere. Es posible que en algún momento su bravura confiriera ataques algo más fuertes de lo recomendable, pero esta manera de tocar forma parte de su universo interpretativo, que es el que le confiere una posición preeminente como pianista. De bis, ejecutó varias obras endiabladas que consiguieron una ovación del público con momentos exultantes de exaltación. Destacar la “Malagueña” y la “Mazurca glissando” de Ernesto Lecuona, esta última, por el particular juego de exuberancia técnica y habilidad expresiva levantó al público de los asientos.   
En “Nuevo Mundo” no hubo nada que sorprendiera a Belohlávek. De su lectura resultó una versión concertante en la que destacó el equilibrio seccional y el juego tímbrico entre las diferentes maderas.

TRÍO DE REYES

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