El retorno de Aznar

Poco le ha durado al nuevo PP el luto por la muerte política de Rajoy. Ese mismo que durante los últimos años había sido objeto de las insidias, el desprecio y la desconsideración de su antecesor, Aznar.
Apenas setenta y dos horas habían transcurrido desde que los compromisarios se rompieran las manos de incontenible fervor marianista. Y Pablo Casado ya estaba compartiendo foto, sonrisas y cumplidos con ese Aznar del autodestierro y la reprobación de un PP en el que “no me siento representado”.
Pronto ha querido Casado silenciar los aplausos al presidente que enderezó la situación económica al gusto de sus votantes y frenó las prisas del soberanismo catalán. Pronto se quiere olvidar que el golpe de gracia a Rajoy se lo dio la Gürtel, un caso de corrupción heredado de los tiempos de Aznar.
“He asumido mis errores y también los que no eran míos”, dijo Rajoy en su despedida. Recordó de paso que los “dedazos” no van con él, que nunca se irá del PP y que siempre estará “a la orden de quien elijáis”. “Me aparto, no me voy”, añadió. El destinatario de estos recados quedaba elíptico pero inequívoco. El mismo Aznar que, tras su alejamiento del partido (“No me siento representado”) y tratar con desdén a su sucesor, se quejó por no haber sido invitado al congreso.
Por eso al abajo firmante le parece un sartenazo en el bajo vientre de Rajoy que el nuevo líder nacional del PP se haya apresurado a colmar de parabienes a Aznar so pretexto de recuperarle para la causa ¿Pero no era el propio Aznar quien se había autoexcluido, amén de su arrogante renuncia a la presidencia de honor del partido?
Se entiende perfectamente la voluntad integradora de Casado. Es legítimo su intento de recuperar esa parte del PP identificada con el llamado “aznarismo”, que propugna el retorno a valores fundacionales y el rearme ideológico. Pero pudo haberlo hecho de otro modo. Sin tanta prisa por estampar en la cara de Rajoy esa foto con Aznar en la sede del PP que santifica la interpretación de que el congreso del PP mató el marianismo y el desenterró el aznarismo.
Otros seguimos pensando que el salto a la fama de Casado no es consecuencia de los males denunciados por Aznar. Ni de los servidores de ese impulso reprobatorio. Todos vimos como Casado fracasó cuando, ya de ganador, en su discurso del sábado pasado, quiso arrancar un aplauso para Aznar al mencionar a los líderes del PP. ¿Entonces, qué es lo que ha pasado? Pues que el marianismo se ha roto por dentro, tras una verdadera guerra fratricida entre sus propios seguidores. Consecuencia de una querella larvada desde hace tiempo entre Soraya y Cospedal. 

El retorno de Aznar

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