La purga viene disfrazada de discriminación positiva


LOS tres años (2004-2007) que Rosa Regás permaneció al frente de la Biblioteca Nacional fueron suficientes para que la alcumasen “el sectarismo con zapatos de tacón”; por algo sería, ¿no? Pablo “Viva la Gente” Iglesias va por el mismo camino; no porque le guste ponerse zapatos de tacón –cosa que no se sabe y además allá cada cual con sus gustos particulares–, sino porque para vestir guapa la purga que prepara en Podemos ha asegurado que es preciso “feminizar las portavocías”. Lo tiene claro, pues, Íñigo “El niño de San Indefonso” Errejón, al que acompaña la fama de tirador de élite, pero también lo tiene claro por muy femeninas que sean Rita Maestre, la mujer que confunde desnudarse ante Dios con irrumpir en un capilla con los pechos al aire, Tania Sánchez, que estaba llamada a ser la primera dama y se cambio de banco. En cambio, Irene Montero, la elegida para celebrar juntos San Valentín, puede que asuma quince o veinte portavocías. ¡Ay, qué bonito es el amor!

La purga viene disfrazada de discriminación positiva

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