SINDICALISMO Y CONSUMISMO

“Quieren acabar con todo”, consignaban, refiriéndose a los derechos laborales, los convocantes de la pasada huelga general. Cabe, en la amarga ironía, preguntarse, pero ¿quedaba algo? Es más, no será peligroso que nos tomen la palabra y digan quedaros con lo que tenéis y demos por zanjado el asunto. Y es que la precariedad en esta materia era ya extrema. Y lo era porque frente a la marea de la rentabilidad no cabe la vieja protesta del airado productor sino la nueva militancia de ese consumidor responsable y consciente de que lo barato sale caro, y no me refiero a la calidad del producto, sino a las pésimas y en muchos casos delictivas prácticas llevadas a cabo en su proceso de elaboración.

Deberíamos dejar de consumir productos de países en los que se esclaviza al obrero. Y con más motivo los de aquellas elitistas marcas que buscan fabricarlos en esos paraísos de explotación. También en los centros comerciales que escatimen puestos de trabajo, o donde los ocupen máquinas. Deberíamos, en una palabra, dejar de quejarnos y pasar a la acción constituyéndonos en la única vía sindical capaz de realizar cambios efectivos en este nuevo sistema productivo, porque no es este tiempo de grandes masas de productores sino de consumidores. Realidad ésta que niegan las centrales sindicales en la medida que compromete su futuro. El fin de la industria es el consumo el del patrono rentabilizarlo, hagámonos fuertes en esa debilidad.

SINDICALISMO Y CONSUMISMO

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