EL DEBATE QUE NO CESA

Debe de ser este el tercer o cuarto artículo que en estas últimas semanas dedico al debate en curso de la reforma de la ley del aborto. Me gustaría cambiar de tema. Pero la bronca política que está montando la izquierda y la mínima convicción que viene demostrando el Partido Popular con lo que se trae entre manos hacen de alguna manera inevitable volver sobre ello.
Para empezar, tenía toda la razón la vicepresidenta Sáenz de Santamaría cuando en respuesta a una pregunta de la portavoz socialista, Soraya Rodríguez, ponía de relieve en el pleno del Congreso del pasado miércoles que sólo desde el respeto se puede construir el consenso. “La diferencia entre nosotras –añadía– es que yo no denigro sus posiciones y usted insulta a todos los que no comparten la suya”. Y así está siendo, como lo será en todas las iniciativas parlamentarias que el PSOE presente al respecto. Más de una treintena de ellas lleva ya cursadas.
Con todo, la nota de la jornada estuvo a cargo de la diputada de Izquierda Unida, número dos de las listas por Madrid y concejala portavoz en Collado Villalba, próxima a los cincuenta años y madre de dos hijos, Ascensión de las Heras. Su encendido alegato final haciendo suyos unos versos de la poetisa Gabriela Robledo –creo que argentina– fue de época. “Apelaré esta ley –dijo desaforada– con los muslos, con el pubis, con las amígdalas, con las venas, con las tetas…”. Y así, con otras anatomías más del cuerpo humano, grandes y pequeñas.  
Lo curioso del caso es que este pasaje de tal salida de tono apenas ha tenido eco en los medios digitales y en la prensa escrita circulante. No es difícil imaginar, sin embargo, lo que hubiera sucedido si tal soflama hubiese salido de la boca de una diputada del PP. A estas horas las redes sociales y las columnas periodísticas estarían ardiendo de indignación y de chanzas. Pero volvemos a lo de siempre: ante los despropósitos de la izquierda no pocos corren un tupido velo de silencio protector.
Aunque sin ánimo, por supuesto, de comparar, desde la otra mitad del hemiciclo llamó la atención la respuesta de Mariano  Rajoy a la parlamentaria del BNG,  Olaia Fernández Davila. Escuchándole sus reiteradas apelaciones al consenso y a eventuales cambios a fin de que la futura ley valga “para la mayoría de la sociedad”, el presidente dio la impresión de que el anteproyecto le ha caído como llovido del cielo; como si no hubiera pasado por sus manos. Con toda lógica muchos se preguntan por qué el texto no ha llegado ya “mejorado” de origen, para así no dar la impresión de que se titubea más de lo debido.

EL DEBATE QUE NO CESA

Te puede interesar