Mientras el drama se suaviza

Estamos asistiendo a una guerra ideológica y política llena de contradicciones e impregnada no de limpieza por el comportamiento de la ultraderecha pero también de la no tan ultra. No quiero decir que ese sector político sea el único que se comporta impresentablemente, pero sí el que lo hace de un modo insistente y desaforado, si se compara con lo que hace el resto de los sectores de pensamiento. Creo que se equivocan y que podrían pagarlo muy duramente, pero es algo sobre lo cual no se puede dar rienda suelta a afirmaciones ni negaciones sin soporte de aplicaciones inteligentes. Lamento mucho esa situación que coloca a España en trance comparable solamente con el derivado de personajes como Trump o Bolsonaro, tal vez exagerando un poquito por mi parte.

El caso de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, es el más sonoro y arriesgado, no solo ni mucho menos por temas como el apartahotel o su actitud en el asunto del modo de conducir a la Comunidad madrileña, sobre lo que parece absolutamente increíble que Pablo Casado y otros líderes del PP no sean capaces de reaccionar con un claro rechazo de su comportamiento político, como claramente hacen personajes moderados e inteligentes como Núñez Feijoó o Ana Pastor, en los que se adivina un futuro ascenso a un liderazgo en el PP que lleve a ese partido por sendas diametralmente distintas. Ambos juegan además con la ventaja de figurar entre lo más granado de la derecha.

Es inabarcable el campo que rodea a la política española en estos tiempos del coronavirus. Por ejemplo, podemos hablar también del famoso e increíble asunto de las manifestaciones ultraderechistas violando todas las reglas políticas y jurídicas y sometiendo al país a unos riesgos muy fuertes en todos los órdenes. Dios mío, pero cómo es posible tanto odio y sobre todo tanto desprecio a la verdad y a la contemplación sensata y tranquila de lo que sucede en esta etapa siniestra de la realidad española y mundial. La izquierda y el Gobierno, que no son precisamente modelos de comportamiento muchas veces, en este caso dan un buen ejemplo de sensatez al permanecer con una tan visible calma.

Por otra parte, creo que es sensato resaltar la importancia de la fuerte regresión estos días del número de fallecimientos por la pandemia en España al dar las cifras más bajas desde que comenzó esta historia, lo mismo que la bajada de contagios. Es posible que esta situación cambie, pero parece que lo más probable es que se sostenga el ritmo de estos días. Espero y deseo que la derecha se alegre y acompañe así al resto de los españoles en este tremendo trance, y añado que no se entendería en absoluto una reacción distinta.

Y me parece buena idea terminar esta columna con una alusión al alcalde de Madrid, José Luis M. Almeida, del PP, que se viene distinguiendo por marcar una notable diferencia de comportamiento político con el que es habitual en su partido, y espero que reconocimientos como el que ahora le hago no le perjudiquen, pues hasta ahí podríamos llegar. Almeida me recuerda a muchos políticos del PP en el pasado, en todos los niveles de responsabilidad, con los que era posible un buen entendimiento con el resto de la plural realidad ideológica del país. Vamos a ver si somos capaces de recuperar modos de actuar que favorecen a la democracia.

Mientras el drama se suaviza

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