La Marea se olvida de Indurain y busca otro Gómez Noya

El Tour es pura pasión. Se ve con un ojo abierto y otro sin cerrar; eso sí, haciendo un gran esfuerzo para superar el sopor de la sobremesa, que se acaba imponiendo y ámbolos dous ollos péchanse al pie del Alpe d’Huez y no se vuelven a abrir hasta que el ganador de la etapa, un tipo bajito y enjuto, ya está en el podio y en una ceremonia propia del heteropatriarcado recibe los besos de unas chicas en minifalda. A alguien o a alguienes de la Marea, nasía pa’ganá, tiene que enloquecerle ese espectáculo –el de ver a unos tíos dando pedales, no el de los besos–, porque el Gobierno municipal se marcó el reto de que A Coruña tuviese más kilómetros de carril bici que de calles peatonales y durante una temporada pareció que lo intentaba. Pero como la xente do común se cansa pronto de todo, a alguien se le debió ocurrir que más apaixoante que el ciclismo es el triatlón, o incluso el duatlón, porque el carril bici de Linares Rivas ya se inundó antes de su puesta en servicio. Cuando Gómez Noya se entere, a lo mejor hasta fija por aquí su base de entrenamiento.

La Marea se olvida de Indurain y busca otro Gómez Noya

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