El caso de la familia Pujol

Es difícil coger el caso que nos ocupa y poner claridad en el mismo, cuando se lleva actuando de forma irregular tanto tiempo y con ocultación de pruebas de toda índole, lo que hace más difícil las investigaciones de los expertos para arrojar luz sobre este espinoso y turbio asunto, que de momento se cifra en unos 70 millones de euros, lo que no está justificado y que se cree es un plan muy bien preconcebido y ordenado. Entre todos sobresale la matriarca familiar, la cual, al parecer, se hacía llamar “madre superiora”, una clave ideada para dar las órdenes de traspaso en los movimientos de las cuentas por ella manejadas. La familia lo niega, pero no aclara el origen de su fabulosa fortuna. Solo se escuda en que es fruto de una herencia familiar, sin más explicación.
Los dichos 70 millones de euros se habrían obtenido desde el año 1990, según las investigaciones efectuadas, sobre las operaciones bancarias en Andorra, donde se ingresaban ingentes cantidades dinerarias en efectivo el Andbank, las cuales se prolongaron hasta 2010, cuando se traspasan los fondos a la entidad BPA. Dentro de la familia, el hijo Jordi Pujol Ferrusola, resulta ser un miembro muy activo, al ser el miembro que más dinero poseía en las cuentas bancarias. Fortuna que siempre atribuyeron a la herencia del abuelo Florenci. Según el informe de la investigación, Pujol Ferrusola, atesoraba en sus cuentas más de 54 millones de euros, en diversas monedas convertibles; el resto se atribuye al conjunto de la familia, que se lo repartían en diversas cantidades que oscilan entre los 3,5 millones y los casi 700.000 euros de cada uno de los miembros.
La nota que levantó tanto revuelo data de 1995 de la Banca Reig, mediante ellla Marta Ferrusola se identifica de forma manuscrita como superiora de una congregación y solicita “se traspasen dos misales de mi biblioteca a la biblioteca del capellán de la parroquia, él ya le dirá dónde se tiene que colocar”. Esta nota manuscrita dejó perplejos a investigadores, abogados de la familia y a todo el mundo, en general, por lo insólito del caso y hasta donde la mente humana puede urdir lo indescriptible con tal de obtener un beneficio a costa de lo que sea.
Lo que se desconoce de todo esto es su recorrido y las implicaciones posibles de otros miembros ajenos a la familia y con vínculos en el poder ejercido por los Pujol en los años de la bonanza económica de España, que es cuando se hicieron los mayores desmanes que se recuerdan sobre la opacidad de los capitales extraídos de forma ilícita y descansando en los más diversos paraísos fiscales al calor de la benignidad de estos y desconocidos para la Hacienda y Justicia. Solo la excelsa vida de los que propugnaban que los demás cumpliesen, para mientras ellos aprovechar la confusión de sus propias palabras para diversificar sus actos. Está claro que una cosa es prometer y otra muy distinta el dar trigo y aquí parece que se lo llevaron a raudales, tanto que al final acabarán cayendo en su propia trampa. Se puede engañar un tiempo a todo el mundo, pero no se puede engañar siempre, porque acaba siendo descubierto el engaño.

El caso de la familia Pujol

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