El verano llega en febrero y los vendavales no avisan

los negacionistas del cambio climático podrán jurar que la subida de las temperaturas, la sequías históricas y las trombas de agua nunca antes vistas entran dentro de lo normal, pero no por repetir una mentira muchas veces se convierte en verdad. Y aquí estamos, empezando el mes de febrero con las cigüeñas más que instaladas –ya no necesitan ir a África para pasar el invierno– y los primeros tomadores de sol en las playas gallegas. Que el termómetro marque 22 grados es como para pensar seriamente en lo que le estamos haciendo al planeta. Que nos lo devuelve cada vez que puede. Como el domingo, cuando no había alerta alguna activada por viento –se entiende que porque no se esperaba tan intenso– y los árboles caían como si fuesen palitos de helado.

El verano llega en febrero y los vendavales no avisan

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