Tone sigue con su teima de mallar a diario en Villares

Tone Gómez-Reino, el pijo coruñés que para intentar ocultar sus orígenes firmó a favor de la liberación del sanguinario De Juana Chaos, es un tipo de lo más peculiar. Su capacidad de fabulación –polo mundo adiante cuenta que de pequeño vivía en el barrio ¡obrero! de Riazor, afirmación que pone los pelos de punta a los que fueron sus vecinos en Maestro Mateo– es tan maravillosa como la que tiene para no hacer nada y para esbardallar. Solo guarda silencio ante el jefe, Pablo, antes Pablo Manuel, “Viva la Gente” Iglesias, que le comunicó que había puesto en él todas sus complacencias para que sea su próximo vicario na terra. Tone dio un taconazo y obedeció feliz. Para que no parezca que es una simple marioneta, ahora está encelado con botar al exjuez y virtuoso de la gaita Luís Villares y un día sí y otro también malla un poco en él. La última machirulada ha sido advertirle de que le “toca reflexionar”. Semejante frase suena a remasterización del amenazante “Capisci?” que las pelis de Hollywood ponen con tanta frecuencia en boca de los mafiosos. Mientras no encuentre una cabeza de caballo en la cama, todo irá bien.

Tone sigue con su teima de mallar a diario en Villares

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