Playa y mar por primera vez

n estos cincuenta años muchos niños y jóvenes de Galicia conocieron la playa y el mar gracias al campamento de verano Arnela ubicado en Porto do Son y que dependen de Cáritas Diocesana de Santiago de Compostela. Ha sido su segunda casa donde aprendieron valores relacionados con la educación y la formación para el futuro. Algo de esto pudimos comprobar el pasado fin de semana cuando las instalaciones totalmente remozadas fueron bendecidas por el arzobispo de Santiago y se celebró una jornada de confraternidad en la que a través de fotografías y mensajes personales se recodaron las cinco largas décadas que tiene este centro de referencia veraniega para niños y jóvenes en Galicia.
Las colonias de verano, que es así como le gusta que se reconozca el centro Arnela, son un lugar para educar en valores y formar a los niños y jóvenes por medio de un proyecto educativo que se continua a lo largo de la infancia y adolescencia de los participantes (de 8 a 17 años) y que tiene como finalidad el aprendizaje de las ventajas de un ocio significativo, con la prevención de conductas nocivas, la educación en valores y habilidades sociales y de conducta.
La iniciativa puso en marcha una serie de actuaciones llevadas a cabo pensando en el tiempo del verano y las vacaciones de los niños. Con ello se busca potenciar la convivencia durante esas épocas en las que tienen que disfrutar de vacaciones cerca del mar.
Una realidad en el panorama veraniego que se puso en marcha en las épocas del cardenal Fernando Quiroga Palacios y qué para muchos niños, por no decir la gran mayoría, significaba que durante los quince días que duraba el campamento veraniego recibieron una alimentación adecuada a su edad y al momento en el que les tocó vivir.
Lugares como Arnela dignifican la razón de ser y dejan y nos descubren el potencial aportado por muchas personas anónimas para que instalaciones de este tipo sigan perdurando en el tiempo y que todos los años hagan las delicias a numerosos niños y jóvenes que acuden a los distintos turnos veraniegos.
En un gran tablón los asistentes dejan escritas sus impresiones. La frase que más se repite es que el centro de vacaciones veraniegas es su segunda casa y que pasados los años sigue ocupando un lugar muy destacado en lo más profundo de sus corazones. Y han pasado cincuenta años , ¡casi nada ¡

Playa y mar por primera vez

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