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Desconozco si lo hizo a propósito. Muy probablemente así fue. Pero con el anuncio de que la antigua sede el Gobierno Militar pasará a ser centro cívico-cultural vinculado a la figura de Salvador de Madariaga, el alcalde Negreira logró que los medios de comunicación herculinos –no todos, por cierto; este periódico no entró en ello– relegaran a un segundo plano la protesta y el disgusto ciudadanos por la eliminación del día del Rosario como festivo local.
De paso, saldó con la disconforme Asociación de Vecinos de la Ciudad Vieja una deuda histórica al dotar a la zona de un centro cívico del que carecía y en el que tendrá un recuncho la sede de la propia asociación vecinal. Y ya puesto a hacer anuncios, hasta dio noticia de algo que hoy por hoy está más que en el aire: el inicio en 2014 de las obras de ampliación de la avenida de Alfonso Molina.
Pero como día de fiesta que al fin y al cabo era, había que rebajar el disgusto –no menor– de que intereses económicos y de pura diversión hubieran relegado en el calendario de los días grandes a la patrona de la ciudad.
Cambiemos, con todo, de perspectiva. Por unas u otras circunstancias, la realidad es que la ciudad contará  con un centro cívico más, a sumar a la docena larga de los ya existentes y a toda una constelación de instalaciones lúdico-culturales en buena parte recibidas en herencia del vazquismo y sucesores.
Puestos a repasar nombres, habrá que hablar del Forum Metropolitano y el Ágora; Casa de las Ciencias/Planetario, Casa del Hombre/Domus, Casa de los Peces/Aquarium, Kiosko Alfonso, Coliseo, teatro Rosalía de Castro, Palacio de la Ópera, Archivo Histórico Municipal y Museo Arqueológico/Castillo de San Antón, amén de alguna otra que se me habrá pasado por alto, casas-museo varias, salas de exposiciones, bibliotecas municipales y otros proyectos que andan por ahí pululando, como la Casa de la Memoria/ vieja cárcel. Y menos mal que el Concello renunció a quedarse con el teatro Colón.  
Instalaciones todas ellas que hay que llenar de personal, de contenido y, por tanto, de presupuesto. Según datos del año pasado, sólo el mantenimiento del Ágora ronda los 500.000 euros anuales; es decir, en torno a los 83 millones de pesetas. Al tiempo, ya van siendo dos los modificativos de crédito de este año, algunas de cuyas partidas han ido a incrementar sensiblemente el presupuesto del Instituto Municipal Coruña Espectáculo (IMCE), tanto para festejos como para los varios recintos que gestiona.  
Se trata, pues, de un sobredimensionado complejo que ha convertido al Concello en uno de los grandes promotores –si no el mayor– de iniciativas culturales y de espectáculos de la ciudad. ¿Tendría ello alguna reconsideración o vuelta atrás?

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