POR segunda vez, la subasta del portaaviones “Príncipe de Asturias” quedó desierta. Ni la rebaja del precio de salida, que en la primera ocasión era de 4,8 millones y en esta segunda de 2,9 sirvió para que alguien se animase a presentar una oferta. Si el todopoderosos Caballero, don Abel, anda listo aún puede comprarlo y montar una macro-hiper-súper rotonda que deje a la del pesquero “Alfageme” en una glorieta de la Señorita Pepis. Además, hasta podrá convertir en plazas de aparcamiento lo que fueron los hangares de las aeronaves.