El estudio del INE y la incoherencia

en esta incoherencia de la que hacemos gala los seres humanos cada vez que se nos da la ocasión, clamamos al cielo al saber que el INE va a tener acceso a los registros de los desplazamientos de los móviles de los españoles durante ocho días. ¿Con qué consentimiento?, se cuestionan furibundos los internautas en su enésimo tuit del día, después de hacer saber al mundo qué han desayunado, cómo de lleno está el metro y cuáles son los avances en la polémica con esa empresa que les ha cobrado de más en el recibo del mes pasado y justo antes de publicar una foto levantando pesas en el gimnasio con su mejor amigo y un par de desconocidos que salen de fondo. El permiso se lo dieron a los operadores desde el momento en el que comenzaron a recibir el servicio. Y serán ellos quienes faciliten, previo pago de una cantidad con varios ceros, un conjunto de datos de sus usuarios. Nada que no hayan hecho hasta ahora. Con la diferencia de que esta vez la información es anónima y agregada. El INE no sabrá que el tipo de las pesas fue del gimnasio a su casa pasando por la pizzería. Para saber eso está Google, que en el trayecto le ha ofrecido cuatro anuncios de una promoción inmobiliaria a dos calles de distancia, del restaurante de la esquina y de un par de tiendas a menos de cien metros. Una mejor experiencia del usuario, lo llaman.

La cuestión es que el INE recibirá tablas de datos conjuntos con los que podrá analizar el comportamiento de los españoles en lo que a movilidad se refiere. El big data para mejorar los servicios públicos, parece ser. Más que preocuparnos de que los operadores vuelvan a hacer negocio con nuestra información –esa batalla está perdida– nos debería interesar cómo se van a utilizar los resultados del estudio. Si servirán para ajustar líneas de transporte o para justificar recortes.

El estudio del INE y la incoherencia

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