Imán de meditaciones

Congratulaciones, alegrías y esperanzas promovidas por el XXII encuentro de música coral Fonseca. Cerró la puerta, distinguido con un recuerdo, Joaquín María García de Dios. Como sellos resonaron los versos de Paul Claudel: “Dejar que el corazón cante en su propia lengua. /No decir nada, sino sólo cantar, /porque el corazón está demasiado lleno”.
Dentro de esta tesitura intervino el Coro Cardenal Quiroga de la catedral de Santiago dirigido por un inspirado José Luis Vázquez. Música religiosa y profana. Beethoven, Carisimi, Feijoo, Carril y Jaunsarás.
Cogió el testigo el Coro Sancta María Maris, colaborador de estos conciertos en los Jesuitas. “Sois la sal de la tierra. Y luz del mundo”. Frente a la rebelión de las masas el guarismo menudo, pequeño, atención a las cosas humildes y esenciales. Ingravidez directora de I-Hua Chang. Misticismo alado de palomas. Páginas de César Frank, Barratier y Coulais, Roger y Hammerstein II, Arlen y Yip Harburg y Buck Ram. Armonía, sentimiento, equilibrio, dulzura. Riqueza tímbrica, empaste y sonoridad. Ante los aplausos repetidos y carácter excepcional, fuera de programa, estallaron en el jubiloso “Aleluya” de Leonard Cohen. Estos encuentros anuales actúan como imán de meditaciones sobre la esperanza en el mundo actual. Siempre que os reunáis en mi nombre estaré con vosotros. 
Así bajó el telón el Coro Cantábile, hechura y semejanza del brillante Pablo Carballido del Camino, acompañado por la soprano Lucía Cernadas y la pianista Ludmila Shevyakova. Rutter como preludio para completar con extractos del Mesías de Händel. Final con intervención conjunta de los tres participantes que cantaron “Canticorum” y una “Cantata” de Bach. Distinciones a los protagonistas. Estruendosos aplausos a El Ideal Gallego por la difusión del evento. “Padre… que todos sean uno como tú y yo somos uno”. Comunión de santos para respondernos. El último que salga del local cierre la puerta y apague la luz.

 

Imán de meditaciones

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