La campaña catalana

Ya está en marcha la preceptiva campaña para las elecciones del próximo 27 en Cataluña. En campaña oficiosa se lleva desde hace tiempo. Prácticamente desde el inicio allí de la legislatura hace ahora algo menos de tres años. Un tiempo en el que ha habido poco gobierno, una desastrosa gestión económica y mucha movilización, con una Generalidad volcada en la causa independentista.
Se ha dicho y repetido hasta la saciedad que aunque formalmente se trata de unas elecciones autonómicas más –las terceras en cinco años-, a nadie se le escapa que sus convocantes han querido darles un sentido plebiscitario y las han planteado como un paso más hacia la secesión y la ruptura con el Estado. De ahí que la jornada del 27-S sea vista como una cita sin precedentes. 
Sean cuales sean los resultados, al final no habrá independencia ni preparativos para la desconexión con el Estado. El Gobierno central lo tiene muy decidido y se ha armado jurídicamente para ello. Pero el debate político, económico y social –en un sentido y otro- adquirirá  evidentes nuevas dimensiones. 
Que se trata de unas elecciones especiales lo demuestra el hecho de que la controversia independentista  se viene afrontando por primera vez sin demasiados subterfugios y que el empresariado ha asumido en la misma un protagonismo inédito hasta ahora.  Justo es decir, sin embargo, que entre las patronales, cámaras de comercio y entidades empresariales de raíz  catalana ha habido de todo. Desde quienes,  como la gran patronal Fomento del Trabajo, temen los efectos económicos tanto para Cataluña como para el conjunto de España que del proceso en marcha pudieran derivarse, hasta quienes han apoyado sin reservas el que los ciudadanos puedan “libre y democráticamente expresar su voluntad sobre el futuro del país” y han anunciado su voluntad de adaptar a esta decisión la actuación de sus empresas. 
En latitudes y observatorios económicos de ámbito nacional las sintonías son mayores.  A algunos hasta el pronunciamiento de Fomento del Trabajo les ha parecido excesivamente timorato. A otros les hubiera gustado ver cumplida aquí  la firmeza de los grandes Bancos escoceses ante la eventualidad de una Escocia independiente,  que les llevó a advertir que en tal eventual supuesto se verían obligados a cambiar de sede. 
Esta división del empresariado catalán es una muestra más de la fractura social que se está produciendo en la sociedad catalana a medida que la larguísima precampaña y campaña electoral toca a su fin y que el ex presidente Felipe González denunciaba en la entrevista que groseramente manipuló a favor del independentismo el periódico que la publicaba. Lo que se teme es que todo ello derive en un deterioro crónico de la convivencia.

La campaña catalana

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