LA idea no parece mala para haber salido de un ministerio. Sanidad estudia repartir preservativos gratis para prevenir las enfermedades de transmisión sexual. Pero llega la ministra y echa el freno –que no la marcha atrás, tan socorrida en cuestiones de cama y tan poco fiable– y avisa de que el reparto se limitará a campañas especiales. Pero surgen preguntas: ¿Se asignará un cupo a cada persona? ¿Quién determinará cuántos condones incluye el cupo? ¿Se podrá renunciar a ellos? ¿Surgirá un mercado negro para el abastecimiento de los muy necesitados? ¡Ah! y, por cierto, de gratis, nada; los pagará el contribuyente.