El guirigay de los copagos

A la vista de la descoordinación que caracteriza la acción del gobierno Rajoy,  no se sabe muy bien si la renuncia a aplicar varios copagos sanitarios  obedece a una decisión personal de la ministra Ana Mato o si responde a órdenes más altas. Se trataría de evitar más polémicas con medidas políticamente defendibles, pero contraproducentes de cara a las ya no tan lejanas citas con las  urnas.
Lo malo es que el argumento empleado  para su justificación por la titular de Sanidad es más que peligroso. Ha dicho, en efecto, la ministra que la situación económica general empieza a mejorar;  que los esfuerzos hechos por los ciudadanos están dando sus frutos, y que ahora las Administraciones tienen que seguir poniendo en marcha medidas de eficiencia.
Vale. Pero las preguntas  resultan obvias: si ello es así, ¿por qué no aplicar la misma política a otros recortes y copagos? Si ello es así, ¿por qué mantener, por ejemplo,  el copago en los medicamentos dispensados por las farmacias hospitalarias a pacientes no ingresados?  Si ello es así, ¿por qué no se reconsideran los recortes en otros ámbitos como en materia de becas o ayudas a los libros de texto? Y en la misma línea podrían formularse algunos interrogantes más.
Ganada por parte de la oposición esta primera batalla contra los copagos, es de suponer que la presión se trasladará ahora sobre el que afecta a los llamados medicamentos hospitalarios, que tantos y tan ruidosos conflictos internos y externos viene generando. El espectáculo dado al respecto, con un buen número de comunidades autónomas, incluso de las gobernadas por el PP, negándose a aplicarlo; con otras, como la nuestra, racaneando todo lo que puede,  y con líderes políticos de toda procedencia invitando a la insumisión, está siendo mínimamente edificante. Y si a ello se suma el que nadie pone autoridad,  presencia, orden y concierto en semejante guirigay, dígaseme si ello no es como para llorar. No sé qué hará ahora con dicho copago el presidente Núñez  Feijóo, uno de los pocos titulares de Gobiernos autonómicos que  lo ha defendido y que ha reiterado su puesta en marcha para no tardando. Pero diga lo que diga, ante el panorama de su propio partido, donde hasta la número dos y presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, se ha declarado en rebeldía, poco margen de maniobra le queda.
El guirigay de los copagos debería también hacer reflexionar a quienes,  sin antes haber procedido a una reordenación constitucional de los poderes territoriales, se empeñan en legislar sobre materias cuyas competencias no están en su mano, sino en las de las comunidades autónomas. Y así ocurre lo que ocurre: que cada cual hace lo que le viene en gana.

El guirigay de los copagos

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