Gravados de Federica Bau, en el CIEC

federica Bau (Sesto San Giovani, Italia, 1990), galardonada con XII Premio Internacional de Arte Gráfico Jesús Núñez, en 2017, ofrece ahora, en la Fundación CIEC de Betanzos, una muestra que titula “Hemen”, palabra vasca que significa “aquí” y que remite a su residencia actual, en Bilbao, pero también al encuentro consigo misma y con su modo de expresión. Esto se produjo durante el Máster de Gravado, realizado en el CIEC, en 2017.
Fue entonces cuando, ante unas estampas litográficas que iba a desechar, se le ocurrió la idea de recortarlas en tiras para hacer un collage; el resultado de tal montaje, que realizó con una búsqueda de ritmos armónicos sujetos a una cierta simetría, devino en la construcción de un espacio múltiple, lleno de numerosas sugerencias de claroscuros, que remiten a noches con titilar de astros o a sombríos pasajes atravesados por luces huidizas; al estar formada esta obra por la deconstrucción de un gravado inicial, reconstruido luego por el ensamblaje de tiras recortadas de diferente tamaño, se producen interrupciones y cortes espaciales que recuerdan caminos desencontrados o pasajes vallados que no permiten ir más allá.
Se produce, pues, toda una dialéctica de ese “aquí” que es, a la vez, búsqueda e imposibilidad, un “aquí” que, al tiempo que multiplica los espacios, paradójicamente los cierra sobre sí mismos. F. Bau ha conseguido así, no solo su personal lenguaje que la lleva a la creación de recintos enrejados, sino el descubrimiento de una técnica que le sugirió el collage: la de tapar y destapar alternativamente con cinta de carrocero partes del gravado, cuando la plancha va al ácido; consigue, de este modo, una modulación de numerosos matices y texturas que van del blanco a los más variados grises y negros.
La repetición de bandas paralelas, que son como pedazos de cintas de filmes desechados, y, por tanto, la búsqueda de un orden es la clave compositiva, pero, a la vez hay una innúmera sugerencia de grafismos, de luces y de sombras que se dijeran ráfagas conmoviendo las enrejadas ventanas de la infinita noche, sobre todo esa insondable noche del propio interior, cuyo caos es preciso contener y reglar, lo que consigue por medio de la geometría. El ejemplo máximo de este modo de hacer es el gravado al aguatinta premiado en el certamen, cuyo título es 270 D.
Las obras más recientes, remiten a otros simbolismos, como la xilografía “Geometría de la luz IV”, que recuerda una ventana tapiada; o el díptico de igual título, que representa un opaco y silencioso muro, con tan sólo una rendija de luz en lo alto; o “Conexiones III” que semeja un damero de luz cuadriculada. Pero “Orain” y sobre todo “Hemen”, la obra que da título a la muestra, se decanta por la necesidad de encontrar un centro armónico, es decir un “aquí” donde el flujo de las sombras, que vienen a ser como proyecciones del inconsciente, sea atrapado y transformado, lo que consigue merced a la figura del rombo, cuyos triángulos enfrentados unen el arriba y el abajo, la tierra y el cielo.

Gravados de Federica Bau, en el CIEC

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