Y al octavo año, resucitó

Semana Santa. Días de devoción religiosa o de ocio vacacional. O ambas a la vez. Jornadas de tolerancia, en todo caso, donde cada cual tiene derecho a expresar sus sentimientos sin que nadie los pisotee o les pase la escoba por encima. Más allá de las creencias, asoma también estos días una ingente manifestación cultural, que tiene en las procesiones su pilar básico, presente a lo largo de nuestro país y también en nuestra ciudad. No puedo resistirme a trasladar como metáfora ese ambiente e imaginería a la actualidad política, inmersa también en semanas de pasión.

No es momento para lavarse las manos. En siete días, España se juega el futuro. Ante la amenaza de un tripartito en comandita con la extrema derecha los socialistas no nos ponemos de perfil. Toca impedir un retroceso en nuestros derechos que nos devuelva a la oscuridad. Queremos seguir avanzando en el camino social y progresista que ha marcado Pedro Sánchez en los últimos nueve meses, que han servido para devolver la ilusión a millones de personas despues del vía crucis que supuso el gobierno de Mariano Rajoy. La “España que Quieres” está en el voto al PSOE, único dique de contención fiable ante la radicalidad de quien, por ejemplo, solo quiere a las mujeres como plañideras y no como sujetos de igualdad. Pone el pelo de punta el fariseísmo de esas representantes del PP que incluso ponen en duda que un “no” sea suficiente para evitar una violación. Quizá algún día se arrepientan de tales discursos, pero mientras será mejor frenarlos en las urnas. Así lo haremos los socialistas, por eso solicito vuestro apoyo y movilización desbordando las urnas de esperanza el próximo domingo. Y quien desde la gobernación imita a Poncios Pilatos en estos días decisivos que cargue con la cruz de su irresponsabilidad. Los socialistas somos más serios.

El próximo domingo, en las urnas, podemos vivir una jornada feliz, que espante el fantasma del retroceso que representan las ultras derechas y sitúe a los socialistas como garantía de progreso en todo el país, también en A Coruña, donde empezamos a avistar nuevos tiempos para la ciudad. Hoy es Domingo de Resurrección en nuestras calles. Permítanme decir que también lo será el del próximo 26 de mayo, en las elecciones municipales. Podremos cerrar ocho años en los que el PP, primero, y la Marea, después, agarrotaron una ciudad que antes era referencia en servicios públicos, políticas sociales, medio ambiente, crecimiento y actividad, de la mano del PSOE.

Se palpa en los barrios. Hay demanda de un gobierno local útil, dialogante, creativo y trabajador. No podemos resignarnos ante una Marea que mantiene las calles sin la debida limpieza por culpa de su incapacidad para renovar los contratos del servicio, que en algún caso supera los dos años de retraso. Llegaron prometiendo milagros pero a la hora de la verdad ni siquiera cumplen con la gestión rutinaria. Eso también nos lo hace notar la ciudadanía cuando se acerca a nosotros (y viceversa). Escuchamos. Y compartimos con los coruñeses y coruñesas el hastío ante el mesianismo sin hechos que lleva años definiendo a los despachos de María Pita, donde -como dijo Jesús– siempre ven la paja en el ojo ajeno pero nunca la viga en el propio. Para acabar con este calvario de ocho años, multipliquemos los votos socialistas.

Y al octavo año, resucitó

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