LA PESTE CIRCUNDANTE

Billetaje completo en el Rosalía. Dos funciones ofrecidas por La Zaranda (teatro inestable de Andalucía la baja) con texto inquietante y tremebundo de Eusebio Calonge “El régimen del pienso”. La dirección y el espacio escénico –singulares, opaca en la enmaraña desarrollada, equilibrada y denunciadora– corresponden a un rítmico Paco de la Zaranda. La obra transcurre –tensa oscuridad sobrecogedora– en un tanatorio de pocilgas de cerdos atacados por enfermedad desconocida. Peste bíblica que encaja en el Medievo donde animales y hombres entrecruzan destinos porque el efecto sobre los unos ocasiona causa perjudicial a los otros. Veterinarios, médicos, investigadores, forenses, burocracia letal. Disecciones complicadas. Que indagan luz al final del túnel y hallan necrofilia, datos estadísticos, fichas y la nada ensamblada con el precio que impone la ley maldita del mercado
Pese al acierto teatral del elenco –argumento, gestualidad, mimo, parlamentos claros y audibles, música eficaz y precisa– el tema debatido resulta desagradable al público que no comparte estas autopsias viscerales. Echa de menos en una compañía andaluza que todas las primaveras busca escaleras espirituales siguiera una dialéctica lógica como la de Unamuno enfrentado siempre a su ateísmo teórico. “Méteme, Padre Eterno, en tu pecho, / misterioso hogar. / Dormiré allí, / pues vengo deshecho / del duro bregar”.
Cuatro actores como la copa de un pino. Que desarrollan una clase magistral y didáctica. Convulsión artística sobre las tablas. Escenografía proteica y logradísima. Definidora iluminación a cargo del propio autor para subrayar las intervenciones, actuaciones y mutis de una compañía de éxito integrada por Javier Semprún, Gaspar Campuzano, Francisco Sánchez y Enrique Bustos.

LA PESTE CIRCUNDANTE

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