Un robo que podría haber pasado inadvertido durante muchas semanas

NO hace falta ser Carlos Pumares para suponer que en el botín del robo cometido durante la gala de los Goya, valorado en 30.000 euros, no había ninguna película, salvo que el ladrón fuese masoquista. Efectivamente, los objetos –¿una película es un objeto?– sustraídos son joyas, varios relojes, unos pendientes, unos gemelos y una sortija. Pues menos mal que el joyero se dio cuenta de que le habían pegado el palo, porque si al ladrón le da por robar –secuestrar– a alguno de los titiriteros posiblemente pasasen semanas antes de que alguien se diese cuenta de su falta. A ver si hay suerte el año que viene.

Un robo que podría haber pasado inadvertido durante muchas semanas

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