El (inteligente) plan de imagen de Pablo Iglesias

Que Pablo Iglesias es un auténtico animal político es afirmación que no debe, objetivamente, hurtarse aun cuando no creas ni en la probidad personal ni en la trayectoria del líder de Podemos. Las dos sesiones de control parlamentario registradas en esta recién estrenada Legislatura nos han mostrado a un Iglesias que tasca el freno, que se toma su papel más en serio que sus oponentes –hay, es la verdad, una cierta distancia en cuanto a tallas parlamentarias-- y al que resulta difícil hacerle caer en trampas dialécticas o provocaciones.
En suma: Iglesias se está mostrando no solo como un mejor orador que su jefe político, que está siempre como crispado, algo faltón y viendo enemigos por todos lados, sino que, en una sin duda inteligente estrategia (y táctica) política, está atribuyéndose todas las realizaciones ‘sociales’ del Ejecutivo. Como si a él le cupiese en persona la responsabilidad desde de mejorar las pensiones y los sueldos de los funcionarios, el arreglo de los problemas del campo, la subida del salario mínimo o hasta la prohibición del despido laboral a quien tiene una enfermedad prolongada.
El secretario general de Podemos y vicepresidente del primer Ejecutivo de coalición en casi un siglo llega, incluso, a utilizar a diputados próximos a su formación para, sin tapujos ni vergüenza, utilizar su turno de preguntas al Gobierno para elogiar abiertamente la labor vicepresidencial. Lo pocas veces visto en las sesiones de control parlamentario.
Qué duda cabe de que Pablo Iglesias busca su hueco en un Gobierno en el que, inicialmente, se contaba poco con él para cuestiones inmediatas y ejecutivas. Y si para ello se tiene que plantar en una reunión con agricultores, pues allá va. Si tiene que proclamarse el campeón de los discapacitados, adelante. Y si tiene que arrogarse proyectos de ley que corresponden a ministerios que, por afinidad ideológica, están bajo el paraguas de Podemos, pues se los atribuye y en paz. Que se encarguen Pedro Sánchez, Carmen Calvo o José Luis Ábalos de pelear con la oposición de ‘las derechas’ en las cuestiones espinosas. He comenzado este comentario proclamando que Iglesias es, acaso, el animal político más ‘vistoso’ de la Cámara. No le hemos escuchado nada sobre la Venezuela que tanto le acogió en sus comienzos, y muy poco últimamente sobre los temas conflictivos a los que debe hacer frente el conjunto del Gobierno, con Cataluña en primer lugar. Veremos qué rol decide enfundarse cuando forme parte de esa cada día más lejana ‘mesa negociadora’ con el Govern catalán.
Claro que no quiero decir que este ‘plan de comunicación’ que Iglesias se fabrica a sí mismo, hecho de palabras firmes y afirmaciones contundentes, le haya devuelto siquiera una mínima parte de la credibilidad perdida. Solo digo que, en cuanto a técnica política, Pablo Iglesias deja en mantillas a sus compañeros de Gobierno, desde luego a las figuras de la oposición y hasta a ese ‘vicepresidente sin vicepresidencia’, el silente mago de la imagen Iván Redondo. Ya sé que en la política española todo es una gran ‘fake’. Pues resulta que Pablo Iglesias se está convirtiendo en el rey de este mambo. Este miércoles, desde luego, en la sesión de control, fue, a mi juicio, la gran estrella mediática.
Ah, ¿que el líder de la oposición ofreció al presidente llegar incluso a un acuerdo presupuestario a cambio de abandonar las negociaciones con Esquerra? Bah, eso es solo lo importante; lo de Pablo Iglesias es el espectáculo, lo interesante. Y esta va a ser, creo, la tónica de la Legislatura. Pan y circo.

El (inteligente) plan de imagen de Pablo Iglesias

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