Juana, reina del amor

Juana I de Castilla, hija de los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, impartió una brillante lección de Historia española en el teatro Rosalía de Castro, ciclo principal. Dos representaciones del elenco Histrión Teatro que rozaron la excelencia. Con lleno hasta la bandera de un público enganchado a las calamidades de una vida frustrada, recluida en Tordesillas por su padre condicionado por razones de Estado.
Sin otra compañía que su soledad y nostalgia e inmensas tristezas, Juana la Loca diseña un personaje romántico. Tétrico de interrelaciones. Que pospone el reinar a su feminidad y amor por su marido, muerto a los veintiocho años. Yo asocio la infortunada reina con el espeluznante cuadro de Francisco Padilla, acompañando con antorchas por Castilla el cadáver de Felipe.
Es un drama íntimo. Conmovedor. Rompecabezas de sentimientos. Ternura, odio, entrega, rechazo. A veces nos preguntamos sobre la sociedad que hemos creado si seremos capaces de alcanzar el frenesí vistiendo trajes distintos.
Un monólogo que explora selva intrincada y peligrosa, llena de suspense y revelaciones. La obra está escrita por Jesús Carazo y guarda respetuosa fidelidad a cuanto ocurrió, pero con un toque de fantasía soñadora respecto a los sufrimientos de doña Juana que la humanizan.
Magnífico espectáculo con impecable dirección –turbadora, serena, apocalíptica– de J.D. Caballero. Un extraordinario soliloquio que tiene muchos bemoles en la partitura original. Telón alzado para recibir a espectadores que aguardan lo imposible. Maravillosa actriz Gema Matarranz.
Nos lleva de la mano por los caminos más inverosímiles del alma humana. Con pañuelos de silencios, mortificaciones y sufrimientos, esperando el regazo paterno que le es negado una y otra vez… No conviene olvidar el contexto de su tiempo y el derecho divino de los reyes que les hacían establecer comunicación directa con Dios. Calurosos aplausos finales y emoción de la “diva” al saludar…

Juana, reina del amor

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