Santa Lucía, un símbolo de la decadencia

Pocas veces, quizá ninguna antes, esta ciudad se ha enfrentado a una situación tan absurda como la que está provocando la obstinación de Xulio Ferreiro por perpetuar la parálisis. La visita que el alcalde le hizo al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, el pasado lunes lo dejó en evidencia. El Gobierno autonómico tiene un buen puñado de millones de euros esperando a que el Ayuntamiento se decida de una vez a ejecutar. 
Ahí está, por poner un par de ejemplos, la estación intermodal, con una partida de diez millones aguardando que en María Pita alguien asuma su responsabilidad. A Coruña es la única ciudad de todo el trazado del AVE qué aún no ha definido su proyecto. O el Parque Ofimático, con cientos de cooperativistas pendientes de una licencia para, de una vez por todas, ver cumplidos sus sueños. La Xunta hizo su parte, pagando en diciembre los 4,2 millones de euros que le correspondían. Pero los propietarios siguen aguardando.
Tampoco la audiencia al alcalde ha servido para avanzar en otro tema enquistado en el corazón de la ciudad. El mercado de Santa Lucía sigue bloqueado por motivos que la razón no es capaz de explicar. En una lección de verdadera participación ciudadana, los vecinos presentaron un proyecto en el que quedaba claro lo que querían: un centro de salud moderno, funcional, próximo a las instalaciones de Federico Tapia y acorde a los criterios de lo que debe ser un equipamiento asistencial propio del siglo XXI.
La Marea pretende un regreso al pasado. Su oferta de ubicar el centro de salud en un espacio vertical e inaccesible retrae a esta ciudad a mediados del siglo pasado. Basta recordar que los modelos a los que recurre como ejemplo son el ambulatorio de San José o la Casa del Mar. La ciudad lleva demasiado tiempo en regresión y los responsables miran para otro lado.
¿Qué intereses empujan al señor Ferreiro a cerrare en banda al único proyecto que reúne  los pronunciamientos de los técnicos y las preferencias de los vecinos? Es una pregunta a la que nadie ha dado, hasta el momento, respuesta argumentada. Esa falta de explicaciones es la que ha llevado al límite la paciencia de los afectados. En la Falperra comprueban que cada día que pasa se aleja más su objetivo y el legítimo deseo de disponer de unas instalaciones dignas del barrio.
El mercado de Santa Lucía va camino de convertirse en un símbolo. El frío y la desolación se han apoderado de la plaza como el desencanto y la decepción se apoderan de la ciudad. A Coruña ha perdido la confianza en su alcalde y busca desesperadamente la salida al deterioro que padece. Clama por un rescate.

* Rosa Gallego es portavoz municipal del PP
 

Santa Lucía, un símbolo de la decadencia

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