HACIENDA MIRA PARA OTRO LADO

En el fragor de la campaña electoral pasó desapercibido un comunicado del sindicato de los Técnicos del Ministerio de Hacienda –Gestha– que aportaba el dato de que la recaudación de la Agencia Estatal Tributaria –AEAT– en la lucha contra el fraude fiscal cayó el año pasado en 567,1 millones de euros, lo que supuso el primer retroceso desde la creación del organismo en 1991.
Achacan esta caída de los ingresos tributarios al agotamiento del actual modelo organizativo de la propia Agencia y a su actitud de “mirar para otro lado” en la lucha contra el fraude “, obviando las propuestas realizadas por los técnicos para modernizar y reorganizar en profundidad la estructura de esta institución.
Una de sus propuestas es que los inspectores puedan investigar empresas con unos ingresos de hasta doce millones de euros –frente a los cuatro millones actuales– para  mayor eficiencia en la lucha contra la economía sumergida. Hasta ahora, el 75 por ciento de los efectivos dedicados a la inspección solo comprueban la actividad fiscal de autónomos, pequeñas empresas, trabajadores y pensionistas –en Galicia tenemos el ejemplo de las pensiones de los emigrantes retornados–, mientras que existe un déficit de inspección y control en la comprobación de las grandes empresas y fortunas del país, que es donde están las enormes bolsas de fraude que cifran en el 24,6 por ciento del Producto Interior Bruto, en torno a los 253.000 millones de euros.
El comunicado de Gestha es especialmente indignante porque, en pleno período de declaración de la renta, denuncia que la Agencia Tributaria mira para otro lado en lugar de considerar las propuestas de mejora de los técnicos y “mirar para otro lado” –como hacía el Banco de España cuando sus inspectores denunciaban irregularidades en las entidades financieras– es perder recursos y eficiencia en la lucha contra las enormes bolsas de fraude, cuando a todo el país se le están exigiendo sacrificios al límite de lo soportable.
Cité en otra ocasión la queja de Sancho a su amo después de que, sin saber por qué, “las estacas” de los yangüeses lo dejaran malherido. “Señor, dijo el fiel escudero indignado y comedido, yo soy hombre pacífico y sé disimular cualquier injuria, porque tengo mujer e hijos que sustentar y criar”. Pues eso, que como Sancho somos personas pacíficas y tenemos familia que sustentar. Si no fuera así, la indignación de la gente sería menos comedida.

HACIENDA MIRA PARA OTRO LADO

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