Rivera hace que Rajoy deje la margarita y vaya a la investidura


EL 18 de agosto puede pasar a la historia por ser el día en el que Mariano Rajoy, rompiendo todos los pronósticos, se atrevió a convocar la sesión de investidura sin ni tan siquiera tener garantizados los apoyos precisos para ser elegido. Ana Pastor fue la encargada de confirmar que el presidente en funciones intentará dejar de serlo el próximo día 30. Es decir, que tiene poco más de un semana para intententar convencer a Albert Rivera de que se convertirá en un adalid contra la corrupción y, al mismo tiempo, lograr que Pedro Sánchez, o al menos un grupito de socialistas, opten por abstenerse para sacar a España de la situación de impass en la que se encuentra. Serán once jornadas, se supone, de nervios y reuniones discretas. Sin embargo, lo más curioso es que siendo Rajoy el aspirante y Rivera su paladín, parece que toda la presión se sitúa sobre Sánchez. Quién sabe si será él el responsable último de que los españolitos tengan que volver a visitar las urnas el día de Navidad, que este año se empeñó en caer en domingo.

Rivera hace que Rajoy deje la margarita y vaya a la investidura

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