El discurso del rey

Glamuroso estreno, dos representaciones con llenos absolutos en un Rosalía, iluminado espléndidamente para destacar la belleza que atesora nuestro primer teatro municipal. Correspondiente al ciclo principal Zebra Producciones sirvió un delicadísimo plato, “El discurso del rey”, de David Seidlar, versión de Emilio Hernández. 
Un excelente guión dramático, príncipe tartamudo que por renuncia de su hermano se ve obligado a reinar en las más difíciles circunstancias, comunicándole al pueblo y a todo el mundo que han abierto hostilidades con Alemania. Un hombre que sabe aceptar su destino. Espíritu de terca voluntad que, como Demóstones, supere su timidez y taras físicas mediante sacrificios.
Pero siendo destacable y novedoso el estudio del poder del Estado, destaco sobremanera la dirección de Magüi Mira. Inspirada, medida, audaz. Ofrece una verdad indubitada que no tiembla al enfrentarse consigo misma. Un escenario vacío lleno de humanidad y problemas. Tres telones rojos, seis sillas y un trono desvencijado por el paso de las generaciones. Añádase luz, vestuario, música, coreografía, efectos especiales y la dulzura de Schubert. Y planeando ondulante a ras del suelo la masa coral de cinco personajes que acompañan al protagonista. 
Entusiasta, convincente, frágil y tierno Adrián Lastra. Lo acompaña un salado logopeda, locuaz y entrometido Roberto Álvarez. Vale el cinismo simplón y polifacético de Gabriel Garbísu y la oronda humildad de Ángel Savín versión Churchill. Encantadora, femenina y tenaz Ana Villa junto a una cosmopolita, turbadora y elegante Lola Marceli que hace temblar los cimientos del Reino Unido… Acaso se confunden detalles que en manera alguna empañan el relato: el valor de la voz cuando no de la palabra escrita, el discurso feminista, el amor como terapia política. Aceptamos, sin embargo, el remedo de “ser o no ser” como remedio a cualquier desgracia que nos ataque.

El discurso del rey

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