El verbo maldito

Abuen seguro que el verbo clave en todas la interrelaciones españolas –sociedad, instituciones, autoridades, partidos políticos, territorios autonómicos, colegios profesionales, sindicatos, etc– pudiera traducirse por compartir. Aquí nadie se aplica a la tarea de repartir algo con equidad para ser iguales los lotes. Aquí, cuando se distribuye, quien lo hace se lleva la mejor parte. O al menos se la atribuye como si genéticamente le perteneciese desde el siglo de las luces. Enseguida cualquiera salta con lo del RH negativo, los fueros históricos, el derecho de pernada y el hecho diferencial. Los demás nacionales somos pura mierda pinchada en un palo, tanto para repartir beneficios (acá el dinero de los impuestos no es de nadie) como los sacrificios, pues a la hora de doblar el hombro o empuñar el remo todo mandanga se escaquea.
¡Qué país, qué paisanaje, qué paisanaje! Todos ombligos del mundo. Narcisos prestos a morir antes que perder su poltrona. Desde el Pirineo a Andalucía, pasando por Levante, Madrid y demás territorios y fiestas de guardar. Honorables muy sinvergüenzas, senys que han perdido la dignidad, aprovechados sin límites, corrupción generalizada. Pero los políticos no se acatarran y solo responden ante Dios y la Historia...; si el santurrón de ese buen Dios se diera un viajecito por la tierra  (si este es el mundo que yo hice, que venga el diablo y me lleve) o esa Historia ramplona se escribiera correctamente...!
El rey Arturo y el federalista Pedro Sánchez que habiendo obtenido los peores resultados electorales para sus formaciones pretenden gobernar a costa de lo que sea, incluido el vasco de la chapela que recogía las nueces mientras otros disparaban a la nuca... 
A grandes rasgos es el panorama anual donde también ha irrumpido un coletudo dispuesto a apoderarse del cielo y repartirnos tiranía, esclavitud y miseria... mientras las cuchipandas serán compartidas con los amiguetes.

El verbo maldito

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