Casado, alternativo

inguna sorpresa en el paso del líder del PP por la Moncloa. Pablo Casado ya lo ha dicho en todos los idiomas: hay otra forma de hacer las cosas. Arrimar el hombro en cuestiones de Estado o para salir del atolladero, sí, como acreditó con un amplio abanico de propuestas en distintos campos de la gobernación del Estado. Pero convertirse en costalero de Sánchez, no.
Así repica al adversario cuando los papeles estaban cambiados. Entonces el hoy presidente del Gobierno, requerido por Rajoy para facilitar la gobernabilidad, sostenía que los españoles le habían elegido para ejercer la oposición y ser alternativa de gobierno.
Por tanto, nada de “cheques en blanco” para “cuentas fantasmas”. Son palabras del número dos del PP, García Egea, adelantadas al encuentro Casado-Sánchez de este miércoles, en el que quedó clara la imposibilidad de que ese partido apoye unos PGE con la impronta más o menos determinante de UP.
El PP se declara absolutamente incompatible con el partido del vicepresidente del Gobierno, Iglesias Turrión, pero ese es un vector colateral en el análisis de la situación. 
Lo relevante es que las continuas apelaciones de Moncloa a la unidad, por una remada conjunta y acompasada para salir de la crisis, siempre fueron acompañadas de ataques al principal partido de la oposición, tachado de “antipatriótico” “desleal” e “insolidario”.
Eso refuerza la impresión de que Sánchez no busca consenso sino adhesión a la política PSOE-UP. Una cosa es predicar la unidad y otra practicarla. Haber estado empujando al PP hacia la extrema derecha, sobre todo cuando la imagen parlamentaria del partido era la de Cayetana Álvarez de Toledo, no es la mejor forma de hacer amigos. Y tampoco parece muy seria la aparente voluntad de contar con el PP mientras se le descalifica, incluso ante los representantes empresariales y sindicales, a los que Sánchez reunió el lunes pasado para garantizar la estabilidad política del país por agotamiento de la Legislatura.
Está por ver. Y no porque los números no le den a Sánchez para sacar adelante unos PGE apoyados por el eje PSOE-UP-Cs-PNV. Más bien por la negrura de un horizonte marcado por la confusión y la incertidumbre. Una situación de incierto desenlace, que incluye el desplome económico, el malestar social, la psicosis de pandemia, el persistente reto secesionista en Cataluña y los ataques a la Monarquía.
No son precisamente los mejores factores externos para que Sánchez se permita poner por testigos a empresarios y sindicatos de sus certezas en materia de estabilidad política. Y no creo que el personaje dé el tipo de “cirujano de hierro” o “escultor de naciones”, de los que hablaba Joaquín Costa, para tirar del carro cuando ni el propio seno de la coalición de Gobierno reina la unidad que predica para los demás.  

Casado, alternativo

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