Otra noche meiga

Llegados a la noche más corta (para otros será muy larga) del año en Galicia y particularmente en A Coruña, es pensar en las fiestas de San Juan. Es el tiempo de un cóctel que puede ser explosivo y endemoniado a poco que las cosas acaben torciéndose conforme las agujas del reloj se pierden en la oscuridad. 
Es la hora del fuego en las playas coruñesas, de esa liturgia que implica la música, el consumo de alcohol hasta límites insospechados, la degustación de sardinas y un desenfreno final que puede tener un desenlace nefasto lleno de diversidad que, a veces, inspira grandes dosis de salud, dinero y amor. 
Estadísticamente, conforme cae la noche, llega una teórica sinrazón que muy pocos saben cómo controlar. No se trata de dar saltos mortales para espantar las meigas ni malos presagios. 
Hay que divertirse mientras puedas imaginarte lo imposible y pensar en los sueños, tus sueños, que siempre estarán ahí. 
Hay que saber disfrutar, porque idealizar ese momento es como tener arte y ser capaz de transmitir lo que estás viviendo y lo que la noche, el fuego, el mar y la fiesta te ofrecen para disfrutar. 
Hay que dejar a un lado los excesos en una jornada que a nadie se le puede escapar de las manos y donde existe gente que no ve más allá del mar, una hoguera y alcohol, como tampoco el ritmo frenético de la música de charangas y cánticos con la imagen incomparable del fuego y la playa como único testigo en la noche más meiga y tradicional del año en A Coruña.
Pese al gran dispositivo de seguridad que está en marcha, hay  voces que, ante la orden de que a partir de las 03.00 horas habrá que desalojar las playas debido a la pleamar que está prevista, no cautiva a una mayoría apelando incluso a  la idea de sugerir  suspender la fiesta para evitar males mayores. 
Tendremos que ver si la respuesta del ciudadano es la correcta o tocará vivir tensiones innecesarias. La experiencia me dice que son matices de interpretación que complican todavía más una decisión que no resultará fácil comprender y mucho menos acatar.
 

Otra noche meiga

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